Una disculpa enorme
Aquel 25 de julio de 2012. ¿Qué sucedió?, te preguntarás.
Fue un miércoles, a eso de las diez de la noche cuando después de diez días en los que tú no supiste de mi me escribiste de nuevo. Durante aquella semana fui a la capital a trabajar en unas bancas. El viajar por el centro, el clima de las mañanas hizo que te extrañara mucho. Deseaba platicar contigo por las noches, que me dijeras palabras bonitas; yo no hacía lo mismo contigo, me porté mal hacia ti y créeme que es algo de lo que me arrepiento muchísimo.
Te refrescará la memoria un poquito.
Aquella noche ambos nos dijimos muchas cosas que estaban dentro de nuestro corazón. Yo sentía mucho temor que compartieras conmigo sentimientos que tal vez no podría aceptar fácilmente, o al contrario, que lo que yo sintiera hacia ti, te fuera insuficiente.
Durante esa hora los dos reconocimos que nos extrañábamos y que nos fijamos el uno al otro desde que me tocó ir a práctica docente al D. F.
Esto es por lo que quiero disculparme contigo: dentro de nuestra plática me preguntaste si yo tocaba algún instrumento. Yo te respondí que sí, piano es lo que he practicado desde los cinco años de edad. También te comenté que daba clases en la Casa de la Cultura en el municipio de Linares. Tú te interesaste en mi plática y me sentí muy apreciado por ti. Me felicitaste y le diste importancia al trabajo que los padres hacen en favor de sus hijos al enseñarles principios, valores y enseñanzas de utilidad.
En ese tiempo el Internet del dormitorio estuvo muy restringido y no dejaba bajar algún video. Este es el detalle: esa noche me mandaste una dirección electrónica
http://www.youtube.com/watch?v=odwsF9F7AWQ&feature=share.
No pude abrir el video, en verdad Albita. Me pediste que lo escuchara y lo criticara pero no pude dártela. y al siguiente día ya no recordé regresarte el detalle.
SUPE QUE ME AMABAS. El título de tu canto. En este momento puedo decir respecto a ti que aquella noche cálida de julio, yo "supe que me amabas", que tú me amabas, querida Alba.
No sé si mis disculpas serán suficientes para lograr que me perdones, pero me siento muy mal por eso. Tu voz, tu canto fue algo que me enamoró de ti. El saber que ese miércoles me dedicabas uno de tus cantos y que yo no lo supe hasta hoy me parte el alma. Lo siento mucho.
Fue en esa tarde en la que ambos nos dimos cuenta que algo pasaba entre nosotros, yo tardé más tiempo para darme cuenta que tú, Albita eres la mujer a quien yo amo y con quien deseo estar.
Qué curioso es nuestro mundo. Tú entonaste ese canto el 11 de febrero. Yo estaba sufriendo por no encontrar alguien a quien darle mis sentimientos para el 14 de febrero. Tú estabas esperando que alguien llegara a tu vida para amarte y que tú también lo amaras. ¿Qué más puedo decir? Un año después, por esas fechas ambos pudimos sentirnos queridos y amados. Pero ese no es el punto de lo que trato de expresarte.
Albita: te admiro. Me gusta cómo cantas, me encanta tu voz, tú me fascinas y el canto que entonaste es hermoso. Puedo darme cuenta que entonas con pasión, con valor, con determinación. No podría cansarme de escuchar cantarte cantar a ti, querida mía. Me da mucho gusto que tus talentos los colocas en las manos y al servicio de Dios. ¿Pero te digo algo? La próxima vez que vayas a cantar podrás ser acompañada por este hombre que te ama mucho.
Te amo mucho, mi amor.
Este debió haber sido el comentario sobre tu canto en aquella noche de verano.
Feliz sábado.